A la pena, la arrojó al arroyo,
pero éste re seco
no la pudo contener
y se la devolvió en el canto de mil aves.
La pena fue a caer a un pantano
y un coro de ranas la lloró a tres voces,
un árbol escuchó y sus brazos tendió;
sauce llorón.
Pero cuando sus ojos café
se llenaron de verde y de soles
ay sonrisa le encontró
y a la pena olvidó
(solo por un ratito, no ma')